Todo tiene un origen.
Si me retrotrajera unos cuantos años y me dijeran que iba a estar opositando a judicatura posiblemente pensaría que me están gastando una broma.
No recuerdo cual fue el hecho decisivo que me impulsó a entrar en Derecho, no descarto que realmente fuese una decisión más propia de la indecisión y del "por qué no"... Pero echo la vista atrás, justamente a aquellos primeros días de clase y fueron muchas las impresiones que me causé, no sé si más por las asignaturas o por ciertos profesores, y me quedo con un recuerdo en particular, la primera palabra que "aprendí". Me refiero a ese primer término jurídico nunca antes oído y predominantemente en latín. Esa primera expresión con la que se te llena la boca y puedes dártelas un poco de entendida - hay quienes fardan con gafas de sol y yo con palabrejas en latín- . En mi caso si no recuerdo mal fueron esos dos amigos que no te abandonan "iuris tantum" e "iuris et de iure.
Recuerdo estar preparándome un parcial de Derecho Constitucional- cuando conocí a Kelsen- y estaba llena de emoción de que "estaba estudiando derecho" con la ilusión de un niño cuando empieza a utilizar los bolígrafos y va abandonando el lápiz.
Años después, aún me sigo dejando llenar de esa ilusión cuando me pongo con los temas y es cuando recuerdo un consejo que nos dio un profesor:
"Estudien con la curiosidad de un niño pequeño, no den nada por sentado y preguntense todo".
Las oposiciones traen consigo un largo camino y como en todo lo primordial siempre es la actitud.